EXPERTOS CONTAMINADORES DE LA ESCENA DEL CRIMEN

Se escuchan unas detonaciones producidas por arma de fuego e inmediatamente el ruido de una motocicleta que se aleja a toda velocidad. Una persona queda tendida sobre el pavimento. En segundos la calle se llena de curiosos que se acercan corriendo, en bicicletas, en motos y, casi encima del cadáver, se aglomeran para ver quién es la víctima. O simplemente para alimentar su morbo. Quince minutos después llega una patrulla de la policía compuesta por dos uniformados que no querían estar allí pero no tienen más remedio que atender el “casito”. A empellones van alejando a ese montón de curiosos que de repente se ha convertido en una multitud. Luego de intercambiar insultos y miradas agresivas con los curiosos, los policías logran extender una cinta amarilla con la cual pretenden acordonar la escena del crimen. A continuación hace aparición un grupo de policías en traje de civil que sin ningún problema y sin ningún miramiento ingresan inapropiadamente a la ecena, se acercan al cadáver, toman unas fotografías, mueven el cuerpo hacia un lado y otro para localizar y contar las heridas, tratan de voltearle los bolsillos y con cierta dificultad logran sacarle la billetera de la que extraen documentos de identificación. Una vez logrado lo que se proponían, los policías de civil se retiran con la misma suficiencia con que entraron. De repente se escucha un grito de dolor y una mujer traspasa velozmente el área acordonada, abalanzándose sobre el cuerpo inerte que yace sobre el pavimento. Los policías no pueden (ni quieren) hacer nada, pero al cabo de un buen rato deciden que es mejor retirar a la mujer y esperar a que llegue el equipo técnico que procesará la escena del crimen. Si el homicidio tuvo ocurrencia en una ciudad capital, el equipo técnico estará integrado por cinco o seis investigadores de criminalística. Si ocurrió en una pequeña ciudad, el equipo se reduce a dos personas que se deben multiplicar para medianamente cumplir con las tareas propias de la inspección a cadáver y al lugar de los hechos. Sigue leyendo